miércoles, 29 de mayo de 2013

Jesús… Luz y Misericordia.

Por: Mildred López Martínez



En el silencio de la noche


digo tu nombre,

dibujo tu presencia,

escucho tu voz,

y en lo profundo de mi alma

surge la paz,

la calma y el perdón.



Toma alas mi pensamiento

y danzo con el viento,

recorro senderos

y busco tu luz;

ese faro que alumbra

el inicio de un puerto

donde todos llegamos

en busca de tu aliento,

tu promesa infinita,

tu consuelo y tu amor.



Los que te conocen dicen,

que Tú eres el camino,

y que morada haces

en cada corazón,

que tu templo da vida,

el despertar a un mundo

de verdad y de razón.



Si el destino juega

con tus ilusiones,

y no te permite

que tengas la luz,

recuerda que un día

serás bendecido

si tiendes tu mano

con una plegaria

y al cielo le pides

que venga “Jesús”.



Jesús te aconseja

y quiere ser tu amigo,

dale hospedaje en tu corazón





y has que nazca en ti

la morada perfecta,

que sea la esperanza

a un futuro mejor.



A veces, me pregunto

qué pasa en mis hermanos

porque no te conocen

y ven tu gran bondad,

tan inmensa y sublime

que llena todo espíritu

y el cuerpo se transforma

y quita “ceguedad”.



Mi “casa eterna” espera allá,

en el alto cielo,

por mí y otros hermanos

que te han sabido amar,

que sembraron semilla,

recogieron cosechas,

brindaron primavera,

levantaron murallas

y fueron los soldados

ganando la batalla

contra la “Gran Maldad”.



Por tu misericordia

tenemos “Nueva Vida”,

y tus rayos de luz

son como manantiales

para saciar la sed,

el agua clara y viva

ante tantos lamentos

de un mundo desolado



de hermanos en desgracias,

rodantes en tormentos,

perdidos e ignorantes,

llenos de sufrimiento

por no tener la fe.



Hoy, hay una esperanza

según alumbra el día,

que nace con el sol

y como estrella brilla

dándonos la alegría

de una salvación

que un día en esa cruz

nos diste con tu vida.

Oh! Maestro divino.

Oh! Maestro de amor.



Mi Cristo está viviente

y lucha cada día;

al tenerte conmigo

las tristezas se van,

las heridas se sanan

y surge un nuevo cuerpo,

quedando en el pasado

la oscuridad, el desierto;

para encontrar caminos

hacia la nueva vida,

renovador descanso

promesa del Señor.



Sueño con ese día,

el encuentro en el tiempo

en que todos te aclamen

cuando te vean pasar,

y sentarme en los prados

como en los viejos tiempos

para que tu palabra

germine el alimento

que me lleve a los reinos

donde Tú siempre estás.

C 2013 MLM






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