sábado, 29 de marzo de 2014

Leo a Eduardo Lalo, Donde, p.123, relata su experiencia del primer día del año, un jueves  transmutado en esa soledad exclusiva de los domingos, una mañana silenciosa, post-resaca. Confiesa no puede escribir, hay algo monstruoso  en esa atmósfera,una obra solo se construye en la adversidad, no en un silencio cuasi seráfico. Leo a Lalo hasta que el Rincón Tropical Deli de K-Mart se empecina en atosigarme, o debo decir atosigarnos una vellonera digital, (no creo los demás sientan esta levedad de una mañana apacible en un rincón no apto para la lectura o la escritura) y algo inusual lo es también la propuesta musical  en un viaje al futuro, me obsequian a Lana del Rey y a Lorde en ¿clave de swing? Sí, definitivamente, la lectura de Lalo adquiere ese giro del vértigo  de una isla en la invisibilidad en que leer en público es literalmente un acto de resistencia del cual soy veterano. Curioso silencio, en curioso scenario a lo Edward Hopper, curioso aquel retro Eduardo de las imágenes, relator de los espacios urbanos, estudiados por este Lalo, Eduardo. ¿Leer o escribir, la ciudad y sus múltiples Donde?