Leo a Eduardo Lalo, Donde, p.123, relata su experiencia del
primer día del año, un jueves
transmutado en esa soledad exclusiva de los domingos, una mañana
silenciosa, post-resaca. Confiesa no puede escribir, hay algo monstruoso en esa atmósfera,una obra solo se construye
en la adversidad, no en un silencio cuasi seráfico. Leo a Lalo hasta que el
Rincón Tropical Deli de K-Mart se empecina en atosigarme, o debo decir
atosigarnos una vellonera digital, (no creo los demás sientan esta levedad de
una mañana apacible en un rincón no apto para la lectura o la escritura) y algo
inusual lo es también la propuesta musical en un viaje al futuro, me obsequian a Lana del
Rey y a Lorde en ¿clave de swing? Sí, definitivamente, la lectura de Lalo
adquiere ese giro del vértigo de una
isla en la invisibilidad en que leer en público es literalmente un acto de resistencia
del cual soy veterano. Curioso silencio, en curioso scenario a lo Edward Hopper,
curioso aquel retro Eduardo de las imágenes, relator de los espacios urbanos,
estudiados por este Lalo, Eduardo. ¿Leer o escribir, la ciudad y sus múltiples Donde?
sábado, 29 de marzo de 2014
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