sábado, 29 de marzo de 2014

Leo a Eduardo Lalo, Donde, p.123, relata su experiencia del primer día del año, un jueves  transmutado en esa soledad exclusiva de los domingos, una mañana silenciosa, post-resaca. Confiesa no puede escribir, hay algo monstruoso  en esa atmósfera,una obra solo se construye en la adversidad, no en un silencio cuasi seráfico. Leo a Lalo hasta que el Rincón Tropical Deli de K-Mart se empecina en atosigarme, o debo decir atosigarnos una vellonera digital, (no creo los demás sientan esta levedad de una mañana apacible en un rincón no apto para la lectura o la escritura) y algo inusual lo es también la propuesta musical  en un viaje al futuro, me obsequian a Lana del Rey y a Lorde en ¿clave de swing? Sí, definitivamente, la lectura de Lalo adquiere ese giro del vértigo  de una isla en la invisibilidad en que leer en público es literalmente un acto de resistencia del cual soy veterano. Curioso silencio, en curioso scenario a lo Edward Hopper, curioso aquel retro Eduardo de las imágenes, relator de los espacios urbanos, estudiados por este Lalo, Eduardo. ¿Leer o escribir, la ciudad y sus múltiples Donde?

miércoles, 29 de mayo de 2013

JESÚS, LUZ Y MISERIRCORDIA


Por: Mildred López Martínez



La cultura moderna y el hombre contemporáneo en su constante crecimiento en la sociedad actual lucha ante los constantes cambios por sobrevivir y lograr un bienestar más seguro. Las personas dentro de este modernismo y esta sociedad globalizada, muchas veces, pierden el sentido de la confianza, levantan toda clase de barreras y la vida se convierte en un laberinto. Es evidente, que se necesita ante esta actitud, una guía para poder encauzar lo productivo de hombre hacia una motivación más genuina que le satisfaga todo su ser y le conduzca hacia la felicidad y tranquilidad deseada. Ante las amenazas de perder toda cordura, valores y principios dentro del concepto del amor, la bondad y caridad; su desorientación lo lleva a optar por la racionalidad o a una búsqueda interna y profunda que juega con su destino, en algunas ocasiones. Su sentido de perseverar, de existir, se confunde y le hace perder su ruta correcta hacia dónde dirigirse. En este caso, el hombre pierde bondad, espiritualidad. Siembra y no cosecha. No comprende el por qué de muchas cosas básicas en la vida, es decir, del respeto a la vida misma y de los demás. Se convierte en un hombre ciego que no es capaz de ser generoso, ni de seguir lo que su corazón le dicta.


Ante esta miseria, cualquiera que se le acerca podría llenar sus expectativas; como también llevarlo a confusiones o desorientaciones que aumentan sus vacíos y lo llevan al fondo del pozo. Se pregunta hasta cuándo y cómo salir adelante. Quiere alas para volar bien alto. Abre los brazos, quiere encontrar respuestas y pierde, por su impaciencia. Sus decisiones no están alimentadas en la “verdad” y justifica sus actos para sentirse bien. Su sueño crece, cada vez más, y su anhelo por conocer o encontrar “ese algo” que no sabe definir constituye el inicio de su encuentro para terminar su vacío existencial. Su locura, no es locura; sino una reacción sincera que le exige su corazón, su espíritu. Pero el hombre olvida con facilidad algo básico que, a pesar de estar cerca, su propia ceguera lo hace imposible de alcanzar. Si pudiera sosegarse por un momento, darse una oportunidad, reflexionar y olvidar que el tiempo es tiempo. Encontrarse en su interior; es el primer paso, su verdadera “casa”, la que un día vino al mundo en forma de “amor”. Vivió entre nosotros, se sacrificó y nos dejó una puerta abierta “La Puerta de la Fe y la Verdad” y nos enseñó que el amor es algo que tiene que ser aprendido poco a poco a lo largo de la vida. Es la fuerza que nos mueve y nos hace crecer. Nos libera de la soledad, es la comunicación entre Dios y el hombre. El hombre tiene que aprender a caminar, a encontrar las huellas del “Maestro” y perseverar en el arte de escuchar; pues cada vez se tiene menos tiempo para escuchar a los demás y en los demás está la fórmula del “Amor”, la entrega y el camino hacia la vida y hacia la luz. La enseñanza de aprender a perdonar y aceptar las debilidades, devolver bien por mal es el segundo paso hacia la felicidad del hombre. Al aprender a dar “amor”, damos generosidad y sinceridad; como también al ser humilde encontramos al que nos dio la vida y nos regaló el principio y el inicio para nuestra plenitud eterna en un mundo de luz, paz y amor. Aún en el nuevo milenio sigue resonando, “y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?...” He aquí Jesús….luz y misericordia.


Jesús… Luz y Misericordia.

Por: Mildred López Martínez



En el silencio de la noche


digo tu nombre,

dibujo tu presencia,

escucho tu voz,

y en lo profundo de mi alma

surge la paz,

la calma y el perdón.



Toma alas mi pensamiento

y danzo con el viento,

recorro senderos

y busco tu luz;

ese faro que alumbra

el inicio de un puerto

donde todos llegamos

en busca de tu aliento,

tu promesa infinita,

tu consuelo y tu amor.



Los que te conocen dicen,

que Tú eres el camino,

y que morada haces

en cada corazón,

que tu templo da vida,

el despertar a un mundo

de verdad y de razón.



Si el destino juega

con tus ilusiones,

y no te permite

que tengas la luz,

recuerda que un día

serás bendecido

si tiendes tu mano

con una plegaria

y al cielo le pides

que venga “Jesús”.



Jesús te aconseja

y quiere ser tu amigo,

dale hospedaje en tu corazón





y has que nazca en ti

la morada perfecta,

que sea la esperanza

a un futuro mejor.



A veces, me pregunto

qué pasa en mis hermanos

porque no te conocen

y ven tu gran bondad,

tan inmensa y sublime

que llena todo espíritu

y el cuerpo se transforma

y quita “ceguedad”.



Mi “casa eterna” espera allá,

en el alto cielo,

por mí y otros hermanos

que te han sabido amar,

que sembraron semilla,

recogieron cosechas,

brindaron primavera,

levantaron murallas

y fueron los soldados

ganando la batalla

contra la “Gran Maldad”.



Por tu misericordia

tenemos “Nueva Vida”,

y tus rayos de luz

son como manantiales

para saciar la sed,

el agua clara y viva

ante tantos lamentos

de un mundo desolado



de hermanos en desgracias,

rodantes en tormentos,

perdidos e ignorantes,

llenos de sufrimiento

por no tener la fe.



Hoy, hay una esperanza

según alumbra el día,

que nace con el sol

y como estrella brilla

dándonos la alegría

de una salvación

que un día en esa cruz

nos diste con tu vida.

Oh! Maestro divino.

Oh! Maestro de amor.



Mi Cristo está viviente

y lucha cada día;

al tenerte conmigo

las tristezas se van,

las heridas se sanan

y surge un nuevo cuerpo,

quedando en el pasado

la oscuridad, el desierto;

para encontrar caminos

hacia la nueva vida,

renovador descanso

promesa del Señor.



Sueño con ese día,

el encuentro en el tiempo

en que todos te aclamen

cuando te vean pasar,

y sentarme en los prados

como en los viejos tiempos

para que tu palabra

germine el alimento

que me lleve a los reinos

donde Tú siempre estás.

C 2013 MLM





El camino hacia Dios: la felicidad que buscas…


“Todos lo que hagas en bien para los demás, es terreno fértil para la felicidad” (MLM) Por: Mildred López Martínez



La riqueza del hombre está en su relación con Dios y su espíritu encuentra el verdadero sentido en la vida, si descubre a Jesús dentro de sí mismo como enlace a esa felicidad tan anhelada. Jesús es el símbolo de la liberación y la entrada a un “Nuevo Reino”, el del “Amor”. La palabra de Dios nos purifica y sella la nueva alianza. Por medio de Jesús, tendremos un nuevo espíritu, un camino, una luz y un corazón lleno de amor.

Jesús es el símbolo de agua viva, la nueva semilla que da los frutos del alma hacia la felicidad eterna. Es importante que el hombre entienda que Jesús es la fuente que nos lleva al Padre que nos ama y que desea lo mejor para sus hijos. Por tanto, conocer al Padre es mandato en el camino del hombre y tener la presencia del Padre y el Hijo en el corazón de los creyentes.

En cierta ocasión, el discípulo Felipe estando con Jesús le preguntó por el Padre: “Señor, muéstrame al Padre y nos basta”. Jesús le respondió: “Tanto tiempo ha que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe. El que me ha visto a mí ha visto al Padre” Jn (14, 8-9). “Yo y el Padre somos uno!” Jn(10,30). Entonces, afirmamos que Jesús “es el camino” y nadie va al Padre sino por él Jn(14,6); por otra parte: “Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo atrae” Jn(6,44.65).

Esta unión tan estrecha del Padre y el Hijo es la que tenemos que aprender y que sea guía en nosotros.

Es la obra que Jesús nos deja como fuente y luz; pues las palabras de Jesús son las palabras del Padre. Siendo así: “Si alguno guarda mi palabra, no gustará la muerte jamás” Jn(8,52). Todos los que creemos en el Padre y en Jesús, su Hijo somos los que permanecemos en su palabra, que es la “Verdad”. El amor de Jesús por su Padre es el ejemplo perfecto de la entrega para la salvación del mundo. El hombre conoce el mundo, lo que se encuentra en el, lo vive y cómo debe vivirlo. Conoce además, su corazón y sus necesidades, su sed, su vacío, que lo lleva a las acciones imperfectas, que mucha veces lo alejan de su verdadera misión y naturaleza en el mundo desafiante y lejos de la verdad.

Jesús, el Hijo de Dios, da su vida y la vuelve a tomar porque es el pastor que guarda y entrega su vida por sus ovejas para que éstas tengas vida en abundancia. Él mismo es la vida, la luz para no vivir en las tinieblas. El hombre tiene necesidad de esa luz; pues si queda “ciego” no podría vivir la alegría y el amor de Dios. La glorificación del Hijo es el paso de este mundo al Padre. Aquí se reafirma el gran Amor, verdad absoluta de nuestra existencia. La eternidad nos espera en la medida en que creamos en el Hijo de Dios pues “… para que todo el que crea en él tenga vida eterna…” Jn(3,14-16). El Hijo de Dios es el regalo que Dios ha dado a la humanidad.

La fecundidad del espíritu en los creyentes se garantiza en la unión de Jesús con el hombre: “El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada” Jn(15,5b). El hombre en ese caminar hacia Dios y su búsqueda hacia la felicidad debe comprender que ésta, la llevamos dentro de nosotros, ya que es un estado del espíritu que depende más de nosotros que de los demás. Es un potencial que podemos desarrollar ya que nace y viene en nosotros. La felicidad está muy ligada a las cosas sencillas, a la paz con que realizamos nuestro diario vivir, a la comunicación y armonía con nuestro entorno. Cada acción que te satisface en una puerta abierta a tu felicidad. La felicidad conlleva alegría y reconoce el amor divino. Una persona feliz denota en su rostro luz y brillo en sus ojos. La felicidad hay que valorarla dentro del arte de vivir. Es un don maravilloso que Dios quiso para los hijos desde que creó a Adán y Eva en el Paraíso. Quién ama a Dios y ama a sus hermanos abre caminos a la felicidad. Podemos decir que la felicidad es una fórmula compuesta de tres elementos: la esperanza, el positivismo y la fe. A esto, le agregamos la sabiduría, la tolerancia y las buenas acciones; pues quién siembra bondad, recoge amor.



El fruto del hombre es la fe, la esperanza que garantiza el amor y la paz. Jesús nos espera en su barca somos sus “Nuevos Pescadores”. Nos lleva con su palabra y su luz al verdadero camino. Él no tiene prisa, su bondad infinita es el oasis para muchos. Él está ahí, en espera. Nos extiende sus brazos, sólo hay que seguirlo al oír su voz cuando nos llama y nos dice con un inmenso amor “Sígueme”.

Por Mildred López Martínez
Sígueme

En tus profundidades


encuentro el camino.

Mi alma se desnuda

ante tanta belleza,

Es el camino exacto;

el que yo he escogido,

para bañarme en la aguas

ricas de tu nobleza.





Yo sé que Tú me esperas

y mi alma se inquieta.

Te prometo que pronto

jugaré yo contigo;

esa nobleza tuya

que me da tu grandeza

es mi llave a tu mundo,

mi fantasía, mi riqueza.





En la otra orilla está tu barca,

esperando algún día

que se llene de hambrientos,

de bondad y de amor;

de ese amor tan puro

que un día nos regalaste

al crear este mundo

para vivir mejor.





Tu abundancia de amor

es tu mejor tesoro,

que columpia en las aguas;

y como buen pescador,

esperando que todos

vengan a esta orilla,

te quedas pensativo

con la plegaria en boca

y el corazón ansioso,

esperando el perdón.



Gracias, por permitirme

No caminar en sombras,

poder fortalecerme

y siempre ver tu luz.

Brillar como una estrella,

ser apasible y cálida,

ser flor en primavera

y un pájaro que canta

trayendo la alegría

a todo corazón.




Ahora, soy el Àngel

que Tú me prometiste,

y el don que Tú me diste

se convirtió en amor.

Mi pesca será rica,

los frutos serán grandes,

y tu barca en espera

comenzará su viaje

por ese camino

que nos regalaste,

que diste con tu vida

para la salvación.









Por: Mildred López Martínez

Septiembre 20

jueves, 20 de septiembre de 2012